que ayudas a cuantos acudimos a ti!
Acógeme bajo tu protección;
defiéndeme de todo mal que aceche mi vida;
obtenme la gracia del arrepentimiento de mi corazón
y una verdadera conversión para reparar las culpas cometidas,
y para alabar y glorificar a Dios
todos los días de mi vida.
Hombre con corazón como el de Dios,
recuérdame allá en lo alto porque,
perdonados mis pecados,
me devuelves la estabilidad en el bien;
no permitas que me separe de él,
acógeme en el coro de los bienaventurados,
junto a ti y al grupo de los santos que han ido
detrás tuyo hacia la eterna beatitud.
Dios omnipotente y eterno, por los méritos
y el ejemplo de San Benito, de su hermana,
la virgen Escolástica y de todos los
santos sacerdotes renueva en mí Tu Santo Espíritu;
dame fortaleza en el combate contra las
tentaciones del maligno,
paciencia en las tribulaciones de la vida,
prudencia en los peligros.
Aumenta en mí el amor a la castidad,
el deseo de la pobreza,
el ardor en la obediencia,
la humilde fidelidad en la observancia de la vida cristiana.
Confortado por ti y sostenido por el amor de mi prójimo,
puedo servirte alegre y unirme victorioso
en la Patria Celestial a todos los santos.
Por Cristo, Nuestro Señor.
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