En Ti está mi victoria y mi alegría, Cruz amada de mi redentor. Contemplarte es dejarme traspasar por mis propios dolores.
Permíteme mi Cristo, tomar mi cruz con paciencia y abrazarme fuertemente a la tuya cual justificación de amor brota de ella.
Enséñame aceptarla con sosiego y clavar como dardos de amor en ella mi mirada.
Por el poder de tu Santa Cruz libérame de la opresión de los pecados y de los vicios; desata las pesadas cadenas que me esclavizan en la tristeza.
Libérame de la desesperanza, la falta de ganas de vivir, de las quejas que llenan mi boca y los reclamos constantes a la vida, por no poder ser feliz.
Por el poder de tu Santa Cruz arroja lejos toda mala intención y pensamiento que no te agrade.
A tus pies dejo mi pasado, mi presente y mi futuro, mi historia y aquellos errores y culpas que tanto me pesan.
Bajo su sombra dejo a mi familia, a quienes amo, a quienes sufren y padecen dolores y enfermedades.
Que a partir de hoy, tu Cruz, no me sea indiferente, más bien sea, mi más hermoso grito de Amor.
Que a sus pies pasen mis días, como mi Santísima Madre que a sus pies forjó una nueva historia de amor y entrega.
Dame valor y valentía de aferrarme a Ella y amarla como mi mejor escalera y puente para ascender al Cielo.
Amén
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