"Durante
seis días dieron a diario una vuelta alrededor de la ciudad y volvieron al
campamento. Al séptimo día los israelitas se levantaron de madrugada y dieron
la vuelta en torno a Jericó... A la séptima vez, mientras los sacerdotes
tocaban las trompetas, Josué ordenó al pueblo: Den su grito de guerra, porque
Yahvé les ha entrega-do la ciudad... El pueblo gritó y se tocaron las
trompetas. En ese preciso momento se derrumbaron los muros de la ciudad.
Entonces cada uno avanzó sobre la parte de la ciudad que tenía a su
frente" (Jos 6, 14-20)”.
Poderoso Dios, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, en unión con la Virgen
María y con todos los santos ángeles y los santos te pedimos que derrumbes toda
muralla levantada por Satanás para impedirnos movernos, para impedir que nos
acerquemos a ti, para impedirnos caminar el camino de la salvación.
En el Nombre de Jesús te pedimos Padre eterno y todopoderoso derrumba toda
muralla levantada por Satanás para impedirnos seguirte y servirte, para impedirnos
de acercarnos a la Iglesia, a los sacramentos, a la Santa Misa.
Padre santo derriba toda muralla que haya colocado el enemigo tuyo y
nuestro para impedirnos amar, para impedir matrimonios y familias consagra-das
a Dios, para imposibilitar la fertilidad en el matrimonio, para impedirnos
crecer espiritualmente, para impedirnos el acercamiento, la reconciliación, y
unidad de la Santa Trinidad a mi familia, a Dios y al prójimo, para impedirnos
prosperar.
"Yo
te he llevado de la mano para que las naciones se rindan a tu paso y que
desarmes a los reyes. Hice que las puertas de las ciudades se abrieran ante ti
y que no volvieran a cerrarse Yo iré delante de ti y aplanaré las pendientes,
destrozaré las puertas de bronce y romperé las trancas de hierro. Te daré los
tesoros secretos y las riquezas escondidas, para que sepas que Yo soy Yahvé, el
Dios de Israel que te llamó por tu nombre" (Is 45, 1-3”).
En el nombre de Jesucristo destruye todo cerco, cautiverio satánico, todo
encierro en el que nos haya colocado Satanás para aislarnos del amor de Dios,
del amor de familia, y que impide que llevemos vida de comunidad. Que en el
nombre de Jesús sean derribadas todas las murallas, los cercos.
En el nombre de Jesucristo, Padre celestial abre las puertas que Satanás
cerró en nuestras vidas, puertas que tienen que estar abiertas a Dios. Señor
Jesucristo pronuncia sobre todos nosotros tus hijos tu Palabra poderosa:
Effetá, effetá, effetá.
En el nombre de Jesucristo cerramos todas las puertas a Satanás para que
nunca más pueda entrar por ellas para robar, para dañar, para destruir, para
perturbar, arruinar, para matar. Abre Jesús con el poder de tu Sangre todas las
puertas del Reino de los cielos para que pueda tener acceso a ti, a tu amor, a
tus bendiciones. Cumple Señor todas tus promesas en nosotros y en toda nuestra
familia. Insértanos dentro del Reino de los cielos, pues Tú Señor nos
bautizaste, somos hijos de Dios y herederos de tu Reino, herederos de tu amor,
de tus bendiciones, de tus promesas.
"He
venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo"
(Lc 12, 49). "Y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron
y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía
que se expresaran" (He 2, 3-4).
Padre
eterno, en el nombre de Jesucristo, haz de mí, de cada miembro de mi familia
antorchas de fuego, porque llevamos el fuego de tu Santo Espíritu. Así como en
tiempos pasados acompañaste a tu pueblo rodeándolo con una muralla protectora
de fuego, te pedimos lo mismo para tu Iglesia, para el pueblo de Dios, para
nuestra familia. Que todo cuanto venga en contra nuestra, sea destruido por el
fuego de Dios inmediatamente. Amén.
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